Brasil prepara el próximo Mundial de fútbol, que será inaugurado dentro de tres años, previsiblemente el 13 de junio de 2014, a pesar de los avisos de la FIFA, preocupada por el ritmo lento de las obras y por la subida del presupuesto.
Los estadios, los aeropuertos y el transporte urbano son los principales quebraderos de cabeza para los organizadores, obligados a ponerse manos a la obra contra reloj, en algunos casos sin un proyecto arquitectónico o sin convocar la licitación pertinente.
Las autoridades brasileñas quieren un Mundial con doce estadios y doce ciudades, pero los retrasos en el inicio de las obras ya amenazan a varias de ellas.
Hasta ahora se ha terminado el 7,5 % de las obras, según un reciente reportaje de la revista Veja, que calculó que al ritmo de trabajo actual, Brasil solo conseguirá terminar los estadios en 2038.
De los siete nuevos recintos deportivos, el más atrasado es el de Natal (noreste), donde todavía no comenzaron los trabajos a la espera de la demolición de un antiguo estadio, prevista para el próximo julio.
En Sao Paulo, las excavadoras y apisonadoras empezaron a preparar el terreno de la probable sede del partido inaugural hace apenas dos semanas, todavía sin saber quién pagará el coste extra de las duras exigencias de la FIFA, lo que incluiría la ampliación del aforo hasta 65.000 asientos.
Por lo general, las obras están más avanzadas en los cinco estadios que solo necesitan reformas, a excepción de la sureña Curitiba, donde no se comenzaron los trabajos.
En el Maracaná de Río de Janeiro, sede de la final, las obras han cumplido nueve meses y solo quedan escombros en el lugar de los graderíos del que fuera el mayor estadio del mundo hace seis décadas.
Los arquitectos pretenden concluir la reforma a finales de 2012, a tiempo para la Copa de las Confederaciones, aunque el mayor problema para el coliseo carioca es la escalada presupuestaria.
Se pasó de una previsión inicial de 285 millones de dólares a los 590 millones de los cálculos actuales, una cifra que incluso aumentó un 35 % sobre el valor de la licitación porque los estudios previos no habían detectado que la cubierta está en ruinas.
El diputado y exfutbolista Romario alertó la semana pasada en el Congreso de que el precio de los estadios se multiplicó por cuatro, desde 1.100 millones de dólares en 2007 a los 4.420 millones que se calculan ahora.
Ese valor supera incluso al presupuesto de los aeropuertos (3.475 millones de dólares), que actualmente operan al límite de su capacidad y cuya reforma está aún más atrasada, con la mayoría de las licitaciones pendientes.
En el apartado del transporte urbano, el panorama es aún más desolador, con al menos cinco ciudades en "estado crítico", según un reportaje publicado este domingo por el diario 'O Estado de Sao Paulo' que cita documentos oficiales.
En Manaos, la capital del Amazonas, la Fiscalía suspendió la licitación de una línea de 20 kilómetros de tren monorraíl, preocupada por la viabilidad del proyecto, y el gobierno regional ya admite que no podrá construirlo, aunque hasta ahora carece de alternativas.
El secretario general de la FIFA, Jérôme Valcke, dijo el pasado mayo que se excluirían a aquellas ciudades que carezcan de infraestructuras de transporte adecuadas.
El Gobierno brasileño recibió el recado, la presidenta Dilma Rousseff convocó una reunión de urgencia con las autoridades locales y las obras echaron a andar en varias ciudades.
El Congreso prevé votar esta semana una enmienda a la ley de licitaciones públicas para acelerar la concesión de las obras, a lo que la oposición se resiste porque cree que la nueva normativa solo serviría para menguar la transparencia y facilitar la corrupción.
La ampliación de la capacidad hotelera también preocupa. En algunas ciudades del interior faltan habitaciones y los proyectos no arrancan.
Para acelerar la construcción de hoteles, el Gobierno estudia duplicar la línea de créditos al sector, hasta los 1.250 millones de dólares, por medio del estatal Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES), según dijo la semana pasada uno de sus directivos.
Los estadios, los aeropuertos y el transporte urbano son los principales quebraderos de cabeza para los organizadores, obligados a ponerse manos a la obra contra reloj, en algunos casos sin un proyecto arquitectónico o sin convocar la licitación pertinente.
Las autoridades brasileñas quieren un Mundial con doce estadios y doce ciudades, pero los retrasos en el inicio de las obras ya amenazan a varias de ellas.
Hasta ahora se ha terminado el 7,5 % de las obras, según un reciente reportaje de la revista Veja, que calculó que al ritmo de trabajo actual, Brasil solo conseguirá terminar los estadios en 2038.
De los siete nuevos recintos deportivos, el más atrasado es el de Natal (noreste), donde todavía no comenzaron los trabajos a la espera de la demolición de un antiguo estadio, prevista para el próximo julio.
En Sao Paulo, las excavadoras y apisonadoras empezaron a preparar el terreno de la probable sede del partido inaugural hace apenas dos semanas, todavía sin saber quién pagará el coste extra de las duras exigencias de la FIFA, lo que incluiría la ampliación del aforo hasta 65.000 asientos.
Por lo general, las obras están más avanzadas en los cinco estadios que solo necesitan reformas, a excepción de la sureña Curitiba, donde no se comenzaron los trabajos.
En el Maracaná de Río de Janeiro, sede de la final, las obras han cumplido nueve meses y solo quedan escombros en el lugar de los graderíos del que fuera el mayor estadio del mundo hace seis décadas.
Los arquitectos pretenden concluir la reforma a finales de 2012, a tiempo para la Copa de las Confederaciones, aunque el mayor problema para el coliseo carioca es la escalada presupuestaria.
Se pasó de una previsión inicial de 285 millones de dólares a los 590 millones de los cálculos actuales, una cifra que incluso aumentó un 35 % sobre el valor de la licitación porque los estudios previos no habían detectado que la cubierta está en ruinas.
El diputado y exfutbolista Romario alertó la semana pasada en el Congreso de que el precio de los estadios se multiplicó por cuatro, desde 1.100 millones de dólares en 2007 a los 4.420 millones que se calculan ahora.
Ese valor supera incluso al presupuesto de los aeropuertos (3.475 millones de dólares), que actualmente operan al límite de su capacidad y cuya reforma está aún más atrasada, con la mayoría de las licitaciones pendientes.
En el apartado del transporte urbano, el panorama es aún más desolador, con al menos cinco ciudades en "estado crítico", según un reportaje publicado este domingo por el diario 'O Estado de Sao Paulo' que cita documentos oficiales.
En Manaos, la capital del Amazonas, la Fiscalía suspendió la licitación de una línea de 20 kilómetros de tren monorraíl, preocupada por la viabilidad del proyecto, y el gobierno regional ya admite que no podrá construirlo, aunque hasta ahora carece de alternativas.
El secretario general de la FIFA, Jérôme Valcke, dijo el pasado mayo que se excluirían a aquellas ciudades que carezcan de infraestructuras de transporte adecuadas.
El Gobierno brasileño recibió el recado, la presidenta Dilma Rousseff convocó una reunión de urgencia con las autoridades locales y las obras echaron a andar en varias ciudades.
El Congreso prevé votar esta semana una enmienda a la ley de licitaciones públicas para acelerar la concesión de las obras, a lo que la oposición se resiste porque cree que la nueva normativa solo serviría para menguar la transparencia y facilitar la corrupción.
La ampliación de la capacidad hotelera también preocupa. En algunas ciudades del interior faltan habitaciones y los proyectos no arrancan.
Para acelerar la construcción de hoteles, el Gobierno estudia duplicar la línea de créditos al sector, hasta los 1.250 millones de dólares, por medio del estatal Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES), según dijo la semana pasada uno de sus directivos.