El cuarto juego de la final de la NBA dirá más sobre el carácter del Heat de Miami que una temporada regular con 66 victorias.
Cualquier pregunta sobre LeBron James y el Heat presuntamente debería estar resuelta a estas alturas. El era demasiado bueno para que lo sacaran de los partidos y sus compañeros de equipo demasiado talentosos como para pasar largos períodos de tiempo sin contribuir.
Pero no lucieron como la potencia reinante de la liga en el tercer juego, cuando los Spurs de San Antonio los avasallaron 113-77 en la tercera peor paliza en la historia de la final de la NBA. Más bien se vieron como el confundido equipo de hace dos años, cuando los Mavericks de Dallas los vencieron.
Otra derrota el jueves por la noche y quedarían al borde de algo mucho más grave que otro fracaso en la final. Perder esta serie podría implicar que toda la era de los Tres Grandes sería un fracaso.
"Algo tiene que ceder mañana por la noche", dijo James el miércoles. "Ellos tienen un pedigrí de campeonato. Tienen cuatro (títulos). Nosotros tenemos dos. Así que algo tiene que ceder. Ya veremos qué pasa", afirmó.
"Hemos sido capaces de recuperarnos en momentos adversos a lo largo de la temporada, a lo largo de los años que hemos estado juntos; estos tres años. Ya veremos", agregó.
"Ya veremos" es también el enfoque que los Spurs están tomando con respecto a Tony Parker, que tiene una distención leve en la corva. El equipo evaluará la mejoría del estelar base día a día después de que se lastimó durante el tercer juego y le aplicaron una resonancia magnética el miércoles.
"Quiero esperar hasta mañana antes de tomar una decisión sobre si debe jugar o no", dijo el entrenador de los Spurs, Gregg Popovich. "Y obviamente mucho de ello depende de Tony, y lo que le suceda durante el día, y cómo piense que su juego va a afectar a nuestro equipo, para bien o para mal".
Los Spurs no necesitaron mucho de él el martes, cuando Danny Green y Gary Neal se combinaron para meter 13 de los 16 triples de San Antonio, un record en la final, y Kawhi Leonard anotó 14 puntos y capturó 12 rebotes, con lo que prácticamente igualó a James.
James tenía su camiseta de entrenamiento colgando sobre su espalda como una capa el miércoles, y él sabe que el Heat necesita que sea un superhéroe el jueves.
E insiste en que lo va a ser.
"Tan oscura como fue la noche de ayer, no puede ser más oscura, sobre todo para mí", dijo. "Así que garantizo que desde luego estaré mejor mañana".
Debería, ya que su desempeño, al encestar siete de sus 21 lanzamientos sin ningún tiro libre, fue tan malo como se puede permitir el cuatro veces Jugador Más Valioso. Pero él vino a Miami para no tener que hacerlo todo, en una sociedad con Dwyane Wade y Chris Bosh que significaba que sus días de tener que llevar sobre sus hombros todo el peso de los equipos deberían haber quedado en el pasado.
Sin embargo, con Wade adolorido de la rodilla derecha durante un tiempo y Bosh sumido en un bache ofensivo, pocas veces se han mostrado como el demoledor y publicitado trío que se esperaba cuando se unieron en julio de 2010.
"Si nosotros tres no encabezamos el ataque, no vamos a ser campeones de la NBA", dijo Wade. "Nuestros compañeros cuentan con nosotros, así que tenemos que dar un paso adelante".
Miércoles 12/06/2013