La edición con más pompa posible de una final en el fútbol español enfrentará mañana en Valencia a Barcelona y Real Madrid en la porfía por el primer título de la temporada, la Copa del Rey.
El estadio Mestalla, sede del Valencia FC, resultó la mejor plaza neutral para el duelo entre los dos grandes del balompié hispano, con 20 mil capacidades disponibles para cada una de las hinchadas, de un aforo total de 53 mil espectadores.
Ambos clubes vuelven a verse en una final del también llamado Campeonato de España a 21 años del último pareo en esa instancia, ganado por el equipo catalán el 5 de abril de 1990 en el mismo escenario.
El partido de este miércoles dará continuación a una saga contemporánea de cuatro choques entre blaugranas y merengues en un lapso de solo 17 días, iniciada el pasado sábado con el Clásico de la Liga en el Santiago Bernabeu.
Para agregar más picante al menú el organigrama de la Liga de Campeones de Europa los volverá a cruzar en una de sus semifinales, el 27 de abril en la capital española y el 3 de mayo en la Ciudad Condal.
El Barcelona, considerado el rey de copas por sus 25 títulos y ocho subcampeonatos, levantó por última vez el trofeo de la competencia en 2009, mientras el conjunto blanco, el más veces finalista (36) desconoce el triunfo desde 1993 cuando sumó su lauro número 17.
En términos de cifras también se miden ambos estrategas, el catalán Pep Guardiola está invicto en seis finales y el portugués José Mourinho, su rival en el banquillo merengue, archiva 11 coronas de 16 posibles a su paso por las ligas de su país, Inglaterra e Italia.
Como es natural en estos casos ninguno de los dos DT quiso opinar en la previa sobre las variantes estratégicas y posibilidades del contrario, al cual mostraron el debido respeto y aventuraron una reñida porfía sobre el césped de Mestalla.
Mourinho, muy cuestionado por la prensa y algunos sectores del madridismo a causa de su planteamiento defensivo en el Clásico sabatino ante su público, aseguró que jugará con cuatro defensas, tres mediocampistas y tres atacantes.
Pero el portugués puede guardarse una carta bajo la manga y una parte de la cátedra espera que sacrifique a sus tres hombres de punta: el argentino Gonzalo Higuían, el francés Karim Benzema y el togolés Enmanuel Adebayor para dar cabida en el once inicial al alemán Mezut Özil, como delantero oculto.
El jugador germano es el hombre que aporta la magia, un creador de espacios para que fluya la ofensiva merengue, cuya presencia en la cancha para la última media hora del Clásico resultó la clave del 1-1 arrancado por el Madrid.
También Mou podría volver a adjudicar a su compatriota Pepe el papel de tapón por delante de la defensa y la misión de ponerle un par de esposas a las piernas del argentino Lionel Messi.
Pep Guardiola volverá a contar con los servicios del capitán culé, el central Carlés Puyol, quien regresara el sábado luego de tres meses de ausencia por lesión, y encargará a José Manuel Pinto la custodia de los tres palos, pues el suplente de Víctor Valdés ha sido protagonista en todo el calendario de la Copa.
La esencia de lo que deben ser los 90 minutos (o los 120 en caso de empate en tiempo reglamentario) para la escuadra catalana está contenida en una frase de su preparador: "nuestra intención es hartarnos de jugar bien".
El árbitro navarro Alberto Undiano Mallenco tendrá a su cargo el partido que romperá el empate a tres en las finales de Copa disputadas por blancos y azulgranas.
El estadio Mestalla, sede del Valencia FC, resultó la mejor plaza neutral para el duelo entre los dos grandes del balompié hispano, con 20 mil capacidades disponibles para cada una de las hinchadas, de un aforo total de 53 mil espectadores.
Ambos clubes vuelven a verse en una final del también llamado Campeonato de España a 21 años del último pareo en esa instancia, ganado por el equipo catalán el 5 de abril de 1990 en el mismo escenario.
El partido de este miércoles dará continuación a una saga contemporánea de cuatro choques entre blaugranas y merengues en un lapso de solo 17 días, iniciada el pasado sábado con el Clásico de la Liga en el Santiago Bernabeu.
Para agregar más picante al menú el organigrama de la Liga de Campeones de Europa los volverá a cruzar en una de sus semifinales, el 27 de abril en la capital española y el 3 de mayo en la Ciudad Condal.
El Barcelona, considerado el rey de copas por sus 25 títulos y ocho subcampeonatos, levantó por última vez el trofeo de la competencia en 2009, mientras el conjunto blanco, el más veces finalista (36) desconoce el triunfo desde 1993 cuando sumó su lauro número 17.
En términos de cifras también se miden ambos estrategas, el catalán Pep Guardiola está invicto en seis finales y el portugués José Mourinho, su rival en el banquillo merengue, archiva 11 coronas de 16 posibles a su paso por las ligas de su país, Inglaterra e Italia.
Como es natural en estos casos ninguno de los dos DT quiso opinar en la previa sobre las variantes estratégicas y posibilidades del contrario, al cual mostraron el debido respeto y aventuraron una reñida porfía sobre el césped de Mestalla.
Mourinho, muy cuestionado por la prensa y algunos sectores del madridismo a causa de su planteamiento defensivo en el Clásico sabatino ante su público, aseguró que jugará con cuatro defensas, tres mediocampistas y tres atacantes.
Pero el portugués puede guardarse una carta bajo la manga y una parte de la cátedra espera que sacrifique a sus tres hombres de punta: el argentino Gonzalo Higuían, el francés Karim Benzema y el togolés Enmanuel Adebayor para dar cabida en el once inicial al alemán Mezut Özil, como delantero oculto.
El jugador germano es el hombre que aporta la magia, un creador de espacios para que fluya la ofensiva merengue, cuya presencia en la cancha para la última media hora del Clásico resultó la clave del 1-1 arrancado por el Madrid.
También Mou podría volver a adjudicar a su compatriota Pepe el papel de tapón por delante de la defensa y la misión de ponerle un par de esposas a las piernas del argentino Lionel Messi.
Pep Guardiola volverá a contar con los servicios del capitán culé, el central Carlés Puyol, quien regresara el sábado luego de tres meses de ausencia por lesión, y encargará a José Manuel Pinto la custodia de los tres palos, pues el suplente de Víctor Valdés ha sido protagonista en todo el calendario de la Copa.
La esencia de lo que deben ser los 90 minutos (o los 120 en caso de empate en tiempo reglamentario) para la escuadra catalana está contenida en una frase de su preparador: "nuestra intención es hartarnos de jugar bien".
El árbitro navarro Alberto Undiano Mallenco tendrá a su cargo el partido que romperá el empate a tres en las finales de Copa disputadas por blancos y azulgranas.