
En los últimos cinco años, el Barcelona ha ganado tres Ligas, el United cuatro Premiers; el Barça ha ganado dos Champions; el Manchester ganó una y perdió otra ante el Barça. Ambos suman un Mundial de Clubes y rivalizan por ser la marca global del fútbol en el mundo junto al Madrid. Donde uno ha destronado al Liverpool, el otro ha llegado a mediatizar la agenda del Real Madrid, que extrañamente toma decisiones mirando a un rival.
El duelo enfrenta a dos filosofías de juego. A los ingleses rápidos y competitivos ante un Barcelona que vive por y para la pelota. Dos bloques reverencialmente respetuosos con su manera de entender el fútbol. Por tanto, nos enfrentamos a un partido puro que promete ser uno de los encuentros que merecerían ser recordados.
Los equipos. El Barça llega a la final sin deberes pendientes. Hoy no se juzgará el proyecto. La alineación parece cantada, y sólo la duda entre Puyol y Abidal, ambos en estado precario pero aceptable, ocupa a Guardiola.
Por su parte, Ferguson tiene tal cantidad de piezas que debe de acertar con el puzzle. Puede jugar de varias maneras: atacando o esperando. Presionando o a la contra. Y de la duda saldrá el éxito o el fracaso. Quien gane, conseguirá su cuarta Champions y entrará en el Olimpo de los grandes. Ganará la eternidad, pero para ser leyenda hay que estar afinado durante un momento. Es muy difícil llegar hasta la cita de esta noche, porque un mal rato te puede tirar el mejor momento de tu vida por la borda. Están entre la eternidad y el momento.