Andy Schleck se ve más cerca que nunca de ganar el Tour de Francia, prueba en la que ha se ha quedado en el segundo peldaño del podium por detrás de Alberto Contador en las dos pasadas ediciones, la anterior a apenas 39 segundos del triunfo.
El luxemburgués llega con una moral de acero, multiplica las declaraciones en las que se considera como claro candidato y no duda en retar al español: "Creo que es posible, estoy en plena forma, tengo el peso ideal, tengo confianza".
El menor de los Schleck considera, además, que cuenta con un mejor equipo que el español, en particular con la ayuda de su hermano Franck, que el año pasado apenas le prestó socorro tras haber sufrido una caída en las primeras de cambio.
Además, el Tour de 2011 tiene otros dos puntos fuertes a su favor. El primero es que tiene menos kilómetros contrarreloj que en las últimas ediciones, con sólo 41 kilómetros individuales el penúltimo día entorno a Grenoble.
Esa disciplina asegura a Contador una ventaja clara frente a un Schleck que tiene en la lucha contra el crono su principal asignatura pendiente.
El luxemburgués tiene a su favor, además, los 13 kilómetros de cronometrada por equipos del próximo domingo, una prueba en la que puede contar con el concurso de compañeros disciplinados para la lucha como el suizo Fabian Cancellara.
El otro punto que permite a Schleck estar más confiado reside en las dudas que presenta el momento de forma de Contador, que pretende convertirse en el primer ciclista, desde 1998, en ganar el Tour tras haberse impuesto en el Giro de Italia.
Frente al madrileño, que ha hecho una preparación atípica ante la eventualidad de ser sancionado por dopaje, el ciclista del Leopard ha optado por una previa clásica, aunque finalmente participó por la Vuelta a Suiza en lugar de la Dauphiné.
Pero llega con menos kilómetros en las piernas, más fresco y con menos presión de competición, porque no se ha tomado la molestia de disputar las pruebas, frente a un Contador que fue a tope en el Giro, lo que convierte en una incógnita su estado de forma.
Los dos ciclistas se han evitado hasta que el pelotón del Tour eche a andar, el próximo sábado, en el Paso de Gois de la costa atlántica francesa.
Por eso, el Tour es, más que nunca, una incógnita y el luxemburgués se ve más cerca del éxito que en las tres pasados ediciones.
En 2008 pecó de falta de experiencia y, tras un ataque en el Hautacam se derrumbó en el Tourmalet, lo que le relegó como el jefe de filas de su equipo frente a Carlos Sastre, que acabó logrando subir a lo más alto de los Campos Elíseos.
Los dos años siguientes se convirtió en el máximo rival de Contador. El primero como testigo privilegiado del duelo que el español mantuvo en el seno del Astana con su compañero Lance Armstrong, pero sin poder contestar el dominio absoluto de la escuadra kazaka.
En 2010 rozó la gloria, que se le escapó por 39 segundos, ante un Contador que mostró sus debilidades. De esa edición el público memorizará la aceleración del español cuando a Schleck se le salió la cadena, pero su director de entonces, Bjiarne Riis, hoy al frente de Contador, continúa diciendo que el luxemburgués no le hizo caso cuando le ordenó que atacara en Avoriaz.
Allí, el joven ciclista esperó al último kilómetro para atacar y se llevó la recompensa de su primer triunfo de etapa en la ronda gala, pero Riis consideraba que habría podido lograr una renta mayor con el español, decisiva para llegar de amarillo a París.
El luxemburgués llega con una moral de acero, multiplica las declaraciones en las que se considera como claro candidato y no duda en retar al español: "Creo que es posible, estoy en plena forma, tengo el peso ideal, tengo confianza".
El menor de los Schleck considera, además, que cuenta con un mejor equipo que el español, en particular con la ayuda de su hermano Franck, que el año pasado apenas le prestó socorro tras haber sufrido una caída en las primeras de cambio.
Además, el Tour de 2011 tiene otros dos puntos fuertes a su favor. El primero es que tiene menos kilómetros contrarreloj que en las últimas ediciones, con sólo 41 kilómetros individuales el penúltimo día entorno a Grenoble.
Esa disciplina asegura a Contador una ventaja clara frente a un Schleck que tiene en la lucha contra el crono su principal asignatura pendiente.
El luxemburgués tiene a su favor, además, los 13 kilómetros de cronometrada por equipos del próximo domingo, una prueba en la que puede contar con el concurso de compañeros disciplinados para la lucha como el suizo Fabian Cancellara.
El otro punto que permite a Schleck estar más confiado reside en las dudas que presenta el momento de forma de Contador, que pretende convertirse en el primer ciclista, desde 1998, en ganar el Tour tras haberse impuesto en el Giro de Italia.
Frente al madrileño, que ha hecho una preparación atípica ante la eventualidad de ser sancionado por dopaje, el ciclista del Leopard ha optado por una previa clásica, aunque finalmente participó por la Vuelta a Suiza en lugar de la Dauphiné.
Pero llega con menos kilómetros en las piernas, más fresco y con menos presión de competición, porque no se ha tomado la molestia de disputar las pruebas, frente a un Contador que fue a tope en el Giro, lo que convierte en una incógnita su estado de forma.
Los dos ciclistas se han evitado hasta que el pelotón del Tour eche a andar, el próximo sábado, en el Paso de Gois de la costa atlántica francesa.
Por eso, el Tour es, más que nunca, una incógnita y el luxemburgués se ve más cerca del éxito que en las tres pasados ediciones.
En 2008 pecó de falta de experiencia y, tras un ataque en el Hautacam se derrumbó en el Tourmalet, lo que le relegó como el jefe de filas de su equipo frente a Carlos Sastre, que acabó logrando subir a lo más alto de los Campos Elíseos.
Los dos años siguientes se convirtió en el máximo rival de Contador. El primero como testigo privilegiado del duelo que el español mantuvo en el seno del Astana con su compañero Lance Armstrong, pero sin poder contestar el dominio absoluto de la escuadra kazaka.
En 2010 rozó la gloria, que se le escapó por 39 segundos, ante un Contador que mostró sus debilidades. De esa edición el público memorizará la aceleración del español cuando a Schleck se le salió la cadena, pero su director de entonces, Bjiarne Riis, hoy al frente de Contador, continúa diciendo que el luxemburgués no le hizo caso cuando le ordenó que atacara en Avoriaz.
Allí, el joven ciclista esperó al último kilómetro para atacar y se llevó la recompensa de su primer triunfo de etapa en la ronda gala, pero Riis consideraba que habría podido lograr una renta mayor con el español, decisiva para llegar de amarillo a París.