"Estamos bárbaro", asegura Diego Maradona sobre la vida en Dubai. Apenas 25 minutos en auto separan las instalaciones del Al Wasl, su equipo, de la elitista isla artificial con forma de palmera Jumeirah Palm, donde se hospeda en una "Royal Residence" del hotel Jumeirah Zabeel Saray.
En la recepción, una joven toca el arpa, los chorros de las fuentes dibujan cabriolas y alambicadas lámparas cuelgan de los techos. Anexas al hotel, las "residencias reales", una serie de villas exclusivas a un precio de más de 1.300 dólares la noche. En una de ellas, rodeados de un mar azul limpio, viven Maradona y familia en Dubai, una ciudad mezcla de Miami, Las Vegas, Montecarlo y Estambul.
En el horizonte, tamizado por el polvo de una de las habituales tormentas de arena, el "skyline" de Dubai Marina, el nuevo sitio de moda para los millonarios, quizás porque desde la distancia se parece a Manhattan. Al otro lado, el enorme hotel Atlantis on the Palm, la copa de la palmera. Allá donde la vista no llega y a seis horas en barco, Irán.
Más cerca, el Burj al Arab, un edificio con forma de vela de barco que acoge al hotel más caro del mundo, el primero de siete estrellas. Y por encima de todos los rascacielos, el Burj Khalifa, el más alto del mundo con más de 820 metros, aunque a veces el polvo lo oculta.
Todos esos hitos arquitectónicos superlativos, propaganda de la buena salud financiera de los Emiratos Árabes, uno de los países "top" en cuanto a Producto Interno Bruto per cápita, los puede ver Maradona a bordo de su Audi Q7 blanco camino del pequeño estadio del Al Wasl, que cuenta, como es costumbre, con una pequeña mezquita contigua.
En los arcenes de la Sheik Zayed Road, principal arteria de Dubai con seis carriles a cada lado, se acumula la arena. Al costado, numerosos centros comerciales y paradas de autobús cerradas y refrigeradas. La agradable temperatura de febrero se torna insoportable en verano, cuando se superan los 50 grados.
El calor en torno a Maradona sí ha descendido. "Ahora todo se ha calmado mucho", asegura un periodista local del diario "Gulf News". La "Maradonamanía" que se desató a su llegada, en mayo de 2011, apenas se siente, pese a que el astro argentino defiende que en los Emiratos se vive mucho el balompie. "Sobre todas las cosas, gusta el fútbol. Es una bendición que en un país tan lejano gocen del fútbol", afirmó a dpa el ex astro.
Al jugar en el "exilio" de Baniyas, a 150 kilómetros del estadio del Al Wasl, muy pocos espectadores había en el estadio para ver cómo el equipo batía al Al Yazira el viernes por 4-3 y se clasificaba para las semifinales de la Copa Etisalat. Nueve periodistas asistieron a la rueda de prensa postpartido. Podría ser peor: fueron apenas tres para escuchar, dos días antes, al entrenador español del Al Ahli, Quique Sánchez Flores.
"Para el mundo árabe tener aquí a Maradona es una referencia mundial. Como Pelé, Cruyff y Di Stefano: lo que diga y cómo lo diga en cada momento va a interesar, siempre es un lujo tenerlo aquí", dijo a dpa Sánchez Flores sobre el icono argentino.
Un lujo y un espectáculo, tanto durante el partido como después, cuando se enfrenta a los medios junto a dos traductores. Ahí maneja el escenario forzando, por ejemplo, que alguien le llame al celular para que todos los presentes escuchen el politono en el que se aprecia la voz de Benjamín, su nieto, el hijo de Sergio "Kun" Agüero y Gianina Maradona, debilidad del "D10s" y protagonista habitual de las ruedas de prensa.
También hace guiños muy bien vistos en la región. "Visitar a (la selección de) Palestina para mí es como que Benjamín me dé un beso. El pueblo palestino necesita que lo ayudemos entre todos, y yo estoy a disposición de Palestina. Soy el hincha número uno de Palestina".
Nueve meses después de su llegada, sin embargo, Maradona no ha atraído a otros grandes nombres al desierto. Nadie siguió al italiano Fabio Cannavaro en su paso por los Emiratos, donde los niños, siguiendo la impronta del imperio británico, no juegan a medianoche en los amplios aparcamientos al fútbol, sino al cricket.
"No sé si seremos la perfección, pero buscamos siempre el arco de enfrente, tratamos de llegar al arco de enfrente jugando bien al fútbol y creo que eso le hace bien a todo el fútbol de los Emiratos. Fueron siete goles, es un espectáculo hermoso ver siete goles", se reivindicó Maradona el viernes tras un encuentro entre equipos de defensas muy débiles que sólo vieron 317 aficionados.