Gerardo Daniel Martino transita los últimos instantes en Rosario antes de embarcarse en un sueño impensado. Barcelona, uno de los equipos mas poderosos del mundo, lo espera con incertidumbre, afecto y sorpresa.
Bien vestido, apura el paso y llega a la conferencia de prensa en el estadio cubierto de Newell's siete minutos antes de lo previsto. Se sienta y saluda a la gran cantidad de periodistas que se encuentran allí para escucharlo y sorprende a más de uno en los preparativos. Parece que vive estos minutos vertiginosamente, a diferencia de su habitual modo, calmo, campechano, con ritmo de siesta rosarina.
Confirma su vínculo con el club catalán, advierte que aún falta firmar el contrato y es esquivo a la hora de hablar de los detalles. Se muestra incómodo en el momento de anunciar a los colaboradores que lo acompañarán. "Estamos negociando esos aspectos", afirma y cambia rápidamente de tema.
"Estoy agradecido a Barcelona por haberse fijado en este cuerpo técnico", suelta como para ratificar que es la cabeza de un grupo bien constituido, tal vez una de las mayores fortalezas de su conducción deportiva y humana. "El desafío es insertarme de la mejor manera en un club de semejante magnitud. Esperamos hacerlo lo antes posible", se apresura para cambiar de foco.
Inquieto, algo inhabitual en él, prevé decidir a última hora de la noche los detalles de su viaje, un itinerario que jamás estuvo en sus sueños. Las vueltas del fútbol, o más precisamente el recorrido directo de su querido Newell's hacia una semifinal por la Copa Libertadores, lo habían obligado a rechazar ofertas de Real Sociedad y de Málaga. La puerta se abrió detrás de esas negativas, y hoy lo recibe nada menos que Barcelona.
"Esperaba descansar con mi familia, y luego encontrar el momento justo para dirigir. No corresponde que diga cómo fue el momento del contacto con el club, por una cuestión de respeto, pero sentí mucho orgullo", asegura el ya ex entrenador rojinegro.
Messi, Iniesta, Xavi, Neymar esperan las órdenes tácticas de Tata. "¿Cómo las imagino? No lo sé, realmente. Son situaciones que hay que vivir, reconocerlas en lo previo y acomodarse rápidamente al día por día. Sería redundante elogiar al mundo Barcelona y destacar los atributos del plantel", descarta.
Martino parece encontrar el tono característico de su voz. El gesto aún es un tanto de sorpresa. Un día antes, cuando la noticia tomó forma, se sorprendió al ver a varios periodistas haciendo guardia en la puerta de su casa, del barrio Jorge Cura, una típica zona de clase media, donde el DT vive desde siempre con su familia en una vivienda de dos plantas que en nada se destaca en medio del paisaje urbano. "No pueden estar acá", soltó a manera de plegaria, como incómodo por él mismo y la probable alteración de la tranquilidad de su cuadra.
"Fundamentalmente quiero dar gracias a mucha gente, a la familia de Newell's. A todos los clubes por donde pasé. Mucha gente de Paraguay me llamó y se puso contenta. Encontré en muchos periodistas, colegas, futbolistas, una muestra de afecto único. Mucha gente del fútbol está feliz por tener un técnico argentino en Barcelona", valora, nuevamente en la rueda de prensa.
Martino evita hablar sobre lo que será su vida allá. "No puedo adelantarme a decir algo, por respeto al club". Lionel Messi y Jorge, su padre, para quién Tata es su ídolo, tuvieron incidencia en la llegada a la ciudad condal. "No tengo dudas de que han tenido gravitación", reconoce el ex entrenador del seleccionado paraguayo, y agrega: "No puedo determinar cuánto incidieron, no conozco el porcentaje. Probablemente hayan dado su opinión".
En el desfile de temas, Martino vuelve a su Newell's y a agradecer: "A los hinchas, a la gente de las divisiones inferiores, a grupos de ex jugadores del club que siempre nos apoyaron, a la gente de prensa, a los médicos. Principalmente, a los jugadores que dirigí en este año y medio. Nos pusimos rápidamente de acuerdo en cómo queríamos jugar, y logramos hacerlo del modo en que lo hicimos. Ellos fueron valientes y a ellos debemos mucho de esta posibilidad. Nosotros pensamos que el ciclo se había cerrado en Belo Horizonte, pero de alguna manera se cierra con esto".
Martino es crítico de este fútbol argentino tan desordenado. Incluso aquí, en las páginas de LA NACION Deportiva, lo definió como "histérico, tramposo y ventajero". Sin embargo, su hombría de bien le permite tomar distancia de ello ante la misma pregunta. "Desde este nuevo lugar no me resulta agradable opinar sobre ello. Sí lo hice desde dentro y lo retomaré estando acá. Lo mismo sucede cuando en un plantel se dan discusiones: se debe resolverlas dentro del vestuario. Siendo futuro DT de Barcelona, no me corresponde hablar de eso", advierte ahora.
La gente de Newell's vive estos momentos con profunda emoción. Inunda las redes sociales con saludos, admiración, "sentido de pertenencia", tal como lo calificó el propio Martino. Para Tata perdura ese sentimiento, y le cuesta ponerlo en escala. Cuartos de final con Paraguay en Sudáfrica 2010, salvar del descenso al cuadro que lleva en la sangre y llevarlo al título, y ahora, el Barça de Messi. "Esto es de una magnitud impresionante que no termino de dimensionar", admite.
Martino se va del fútbol nacional con el sabor de ser campeón, de haber ensanchado su prestigio, pero a la vez, disgustado íntimamente con tantos despropósitos organizativos, y tal vez confensando su deseo de no volver a dirigir por estos lares. "Tenemos la obligación de dejar bien parados a los entrenadores argentinos y latinoamericanos, como lo hacen Bielsa, Pellegrino, Simeone", destaca.
Tata se va de Rosario. "De mi casa", la califica. Y vuelve a exponer su gratitud: "No va a alcanzarnos toda la vida para agradecer a todos los que de alguna manera hicieron posible este momento".
Se va Tata, nomás. Deja un legado, una enseñanza, un ejemplo.