"Garantizo que ningún miembro de la FIFA o de las selecciones extranjeras será importunado", afirmó Rousseff anoche, en una cena con periodistas deportivos. En paralelo, en varios puntos del país se desarrollaba el Día de Lucha contra la Copa, organizado por sindicatos, agrupaciones estudiantiles, asociaciones de maestros, partidos de extrema izquierda, anarquistas y los movimientos de trabajadores sin techo y sin tierra.
Rousseff consideró que las autoridades brasileñas aprendieron "mucho" con la experiencia de la Copa Confederaciones de 2013, cuando se registraron protestas multitudinarias en demanda de mejores servicios públicos y una reforma política.