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sábado, 10 de septiembre de 2016

Real Madrid-Osasuna Zidane iguala a Miguel Muñoz

Zidane iguala el récord de Miguel Muñoz. Es decir, de la flor a la flor. Quince victorias consecutivas en Liga. El Madrid vive en un estado de euforia absoluta.
Yendo al estadio, un niño, viendo la calor que se le venía encima, le preguntó a su padre: «Papá, ¿pondrán aire acondicionado?». Y el padre no se atrevió a negarlo. Es lo que le falta al Bernabéu. El microclima. Y no se descarta del todo que pudiera hacerse posible.
Osasuna dejó ver al inicio la belleza meramente teórica y antigua de un 5-3-2. Era como un cangrejo paralizado, como un laurel de Fred Perry hecho de chistorras. Duró eso, la foto. Estaba tan reciente el derbi de Manchester que la diferencia de ritmo era escandalosa. Era pasar de Beyoncé a un chotis de Olga Ramos.
La incertidumbre, lo hitchcockiano, le duró al partido cinco minutos. Danilo lanzó un balón a Bale, en el límite del fuera de juego, y Bale se la dejó a Cristiano con total tranquilidad. Le dio tiempo a establecer una asamblea consigo mismo sobre qué superficie elegir para la asistencia. 1-0 y un partido sin tensión alguna. Al descanso, el Madrid tenía un 60% de posesión y sin quererla.
Un ejemplo de cómo era el partido: en el 14, Bale cometió un error que regalaba una contra al rival. El error no solo no penalizó al Madrid, sino que fue autorredimible, él mismo lo pudo corregir, llevándose encima una ovación. Resonaban las palabras del entrenador visitante el día anterior: «Hemos venido a disfrutar». Se ha realizado en el fútbol español ese canto multitudinario y báquico del «resultado nos da igual».
Ni había cerrojazo, ni auténtica presión. Ni juego duro, ni una voluntad clara de romper el estado de las cosas. Esa conformidad general con lo que ha tocado en el reparto es la sensación que transmite la Liga y que lleva a lo lúdico, al fin de semana, una sensación de que todo está asignado y es inamovible. Así las cosas, hay que evadirse de la propia evasión de la realidad. Porque la Liga está tan claramente marcada como la semana laboral.
En cuanto al juego, el Madrid se quedó en «modo ausente» media hora. Kovacic hizo alguna de sus diagonales sin terminación, Nacho estuvo bien en el lateral, y Modric fue el mejor. Ha creado un pasillo por su zona lleno de posibilidades, de diálogos, es como si urbanizara toda esa parte del campo. De él salieron las contras que acabaron de rematar el partido. En esos minutos, y pensando en la reciente sanción al Madrid, vimos claro que a este equipo lo vamos a conocer mejor que a nuestras respectivas o respectivos.
El juego era soporífero. Hasta el dron se despistaba. El mayor rival era el sol. Pero el Osasuna aún llegaba sostenido por una fe débil, realmente débil. Sólo inquietó en el 36, con un remate de cabeza de Unai García al larguero. Se oyeron unos tímidos silbidos en los sectores más exigentes que aún no se habían derretido en el estadio. Y efectivamente, a la jugada siguiente, en un asedio casi infantil, el balón le llegó a Danilo para rematar el 2-0.
En el 45, aún llegaría el gol de Ramos de córner. La estampa clásica: el lateral elevado sobre todos los rivales con un gesto heroico de general en el momento de girar el cuello.
El partido se fue al descanso deshuesado, loncheado y abandonado a un sol de justicia, pero de justicia de la del Antiguo testamento. Hubo gente que se puso la revista del Madrid como gorro de Napoleón y una protección contra la realidad ultravioleta.
La segunda parte se despertó con otra virguería de Modric saliendo del relativo marcaje de dos osasunistas. Hubo unos minutos de llegadas de Danilo, aceptado ya por el siempre exigente público del Bernabéu. Pero el tono del partido era el mismo. El Madrid está entre una Liga de atrezzo y la apuesta por una Europa aún a medio hacer. Los ingleses, tienen ya el Brexit de la Premier.
Hubo unos meritorios controles de Morata y poco más hasta el 4-0 de Pepe: remate de córner eintervención poco feliz de Nauzet Pérez, el sufrido portero visitante.
Incluso hubo algunos minutos visibles y reales de Kovacic. Pero el partido, en un país tan ferozmente igualitarista, resultaba casi obsceno. Era un ejercicio de dominación, pero en cuero blanco. Cómo sería que esperando a la BBC marcaron los defensas. Y no lo hizo Nacho, convertido en extremo en ese rato, porque aún le puede un escrúpulo de jerarquía y se la pasó a los delanteros.
Modric hizo el quinto justo antes de ser cambiado y se juntaron gol y ovación. Es el jugador a mimar durante el año aunque sean los cambios de Cristiano los que vayan a llevarse la atención. Esta vez fue sustituido en el 65, todo un hito. Quedaban unos minutos para Asensio y Benzema y para la, digamos, recomposición de la «honrilla rojilla».

Respuesta de Osasuna

Marcó el 5-1 Riera de cabeza, con pasividad de Pepe. Después fue Ramos el que regaló la ocasión, pero Fernández Borbalán, en una decisión excéntrica a más no poder, revocó el gol osasunista por un penalti que Casilla pararía a Torres. David García marcó luego el 5-2 en un remate de cabeza extraordinario, de espaldas, y dándole a la pelota el movimiento del flequillo más ingobernable.
El Madrid pudo haber arreglado en ese tramo el gol average de toda la temporada. Pero Benzema tenía aún la mirilla reumática, y Bale fue sustituido. Cuando cambian a alguien de la BBC la gente se pone de pie en el Bernabéu como en misa, con diligencia, unción y un poco de antelación.
No hubo más partido y un espontáneo se fue a por Pepe. Era un niño que dejó alguna duda sobre el estado de forma de la seguridad. ¿Cómo ese niño salió entre los 25 «observantes» que había en esa zona? No iba a ser menos y el chico se llevó la última y bien merecida ovación de la tarde.
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