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martes, 23 de mayo de 2017

Dumoulin se hizo humano y por poco pierde el Giro 100

Un problema estomacal hizo que Tom Dumoulin se detuviera en plena etapa reina del Giro, la cual fue ganada por Vincenzo Nibali. El colombiano Nairo Quintana fue tercero y recuperó más de 2 minutos en la general. Lo sucedido volvió a encender la polémica en las redes sociales.
En su libro ‘A golpe de pedal’, el español Pedro Perico Delgado recuerda como Greg LeMond vivió una experiencia “marrón” en el Tour de Francia de 1985. Subiendo a Futuroscope, el estadounidense sintió que le hablaba su estómago, y que lo que le decía era urgente, pero con la ‘Grande Bouclé’ en juego, decidió hacerse encima y seguir adelante. Ningún corredor le siguió la rueda, ninguno quiso acercársele, hasta que Perico, curioso, se puso codo a codo con su gran rival y pudo, por el olor, darse cuenta de lo que pasaba.
Hoy, Tom Dumoulin padeció un percance idéntico. Subiendo al Stelvio por segunda vez, por el Umbrail Pass de Suiza, el heraldo de Maastricht sintió ese apretón intestinal al que pocos se resisten, y aunque ya el grupo de los favoritos se había seleccionado y faltaba poco para que le dieran rienda suelta a los ataques, el holandés prefirió bajarse de su bicicleta y, tras quitarse su camiseta rosa, se escondió tras los arbustos para alivianarse.
Un minuto perdió en esa urgencia, y luego, con menos electrolitos en su cuerpo, la persecución se le transformó en un verdadero infierno.
Los jefes de filas desaceleraron, aupados por Nairo, quien puso a Gorka Izagirre al frente del grupo, para que los llevara con una melodía “sottovoce”. Sin embargo, por delante iban varios ‘gallos’ fugados, y algunos puestos importantes de la general estaban en juego.
Durante un buen rato apaciguaron el ritmo para que Dumoulin se acercara, pero este todavía no recuperaba su cadencia y, para colmo, iba sin gregarios. Solitario avanzó como soldado abandonado en medio de esos picos pintados de blanco del Stelvio, esa cima alpina que corta el aliento.
Tras el envión de Zakarin, un ruso sin modales ni prejuicios, vino el embate de Vincenzo Nibali, el loco siciliano de Messina. Nairo no tuvo más opción que perseguirlo, pues cuando el Tiburón ataca es mejor estar preparado.
La fuga, de la que tomaron parte Sebastián Henao y Winner Anacona, ya se había hecho añicos y tan sólo marchaban por delante un puñado de hombres: Landa, Amador, Kruijswijk, Hirt y Anacona, entre ellos.
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