Toda despedida deja una sensación de tristeza, sobre todo cuando se trata de un ser querido. Pero en este caso, la “mitad más uno” de los argentinos tratarán de disimular sus lágrimas en un estado de alegría, cuando Martin Palermo, uno de los máximos ídolos de la historia de Boca Juniors, salga a la cancha para jugar el último Superclásico de su vida.
Seguramente, La Bombonera estará colapsada de hinchas xeneizes para alentar a Boca y verlo ganar en el gran clásico contra River, con el anhelo de ser testigos de otra de las tantas proezas que el Titán ha realizado en su extensa carrera.
Tal vez este domingo, el máximo goleador xeneize de 37 años tenga guardado el último capítulo de su increíble película contra el eterno rival, a quien le ha convertido goles en cualquier circunstancia.
Esta inquebrantable historia de amor entre Martin Palermo (confeso hincha de Estudiantes) y todo el pueblo de BocaJuniors tuvo su origen aquella noche de lluvia del 25 de octubre de 1997, en el estadio Monumental.
Ese día, que además significó el último partido de Diego Armando Maradona como futbolista, el “Loco” se elevó en el área chica por encima todos los defensores millonarios para clavar un potente cabezazo hacia el suelo. La pelota salió disparada como si fuera un balazo rumbo a la red ante la mirada desesperada del arquero Germán Brugos. Así, Boca logró revertir el resultado para quedarse con el Superclásico, por 2 a 1 en un partido para el recuerdo.
Fue el primero de los siete gritos de Palermo sobre River en torneos de AFA y marcó a fuego la idolatría con los hinchas de Boca. En total, le convirtió 17 goles a River y cada vez que anotó, Boca nunca perdió.
Junto con Riquelme, Palermo es el gran símbolo de Boca de la era moderna por su sacrificio, por su entrega y por convertirle goles de “todos los colores” frente al clásico rival millonario: de cabeza, de penal, de media distancia, de zurda, de rebote, los goles en los torneos de verano y hasta el recordado y emocionante gol “en muletas”, por los cuartos de final de la Copa Libertadores 2000, que marcó su regreso a las canchas luego de una prolongada lesión en los ligamentos de su pierna derecha.
Este domingo, Palermo le dirá adiós al Superclásico, aunque tendrá un nuevo desafío: convertirle un gol a Juan Pablo Carrizo, el arquero millonario que todavía sigue “invicto” frente a la efectividad del Titán.
Si bien el “9” xeneize dijo que no se desespera por anotar el octavo gol en competencias oficiales frente a River, lo más importante es -según el veterano delantero- disfrutar los noventa minutos del partido y darle una nueva y última alegría a los hinchas con la camiseta de Boca.
Este domingo Palermo le dice adiós al Superclásico. Los hinchas de Boca comenzarán a recordarlo como una verdadera leyenda del gol frente a su clásico rival, mientras que los de River al fin dejarán de sufrirlo.