Colombia pasó de tomar un trago de café suave a uno de café oscuro. Tras una semana de polémicas extradeportivas y futbolísticas, la tricolor recogió su mejor cosecha: ganó sus dos partidos y enderezó su camino a Rusia-2018.
El técnico argentino José Pékerman consiguió la mejor siembra de café arábigo, el de mayor calidad y del que Colombia es el principal productor. El resultado: triunfo el martes 2-0 ante Ecuador en Quito, que se suma a la victoria 1-0 frente a Bolivia, el jueves pasado en Barranquilla.
La resurrección cafetera en la eliminatoria mundialista sudamericana hizo gala de su fama internacional: exquisitez y suavidad para ganar luego de dos décadas en la altura de la capital ecuatoriana (2.850 metros).
El onceno colombiano había empezado la fecha clasificatoria en el sexto lugar, fuera de las cuatro plazas que dan boleto directo a la Copa Mundo y del puesto de la repesca. Y terminó la doble jornada en la segunda ubicación, con 24 puntos.
Pékerman contó con la recuperación de su mejor grano, el volante James Rodríguez, inmerso en una fuerte polémica después de ser fotografiado en un entrenamiento en Bogotá haciendo un gesto soez.
Ante los ecuatorianos, el jugador del Real Madrid marcó su quinto gol en la eliminatoria e hizo una asistencia para el 0-2 definitivo en el estadio Atahualpa, pidiendo de nuevo la atención del técnico de su club, Zinedine Zidane, donde no goza de continuidad.
Presentación brillante
Además de la recuperación del capitán, en Colombia se celebró otro fruto: el retorno del buen fútbol, perdido durante meses en un país con paladar refinado y que alcanzó su cúspide negativa en el juego contra Bolivia, que alineó una nómina mixta.
Si al café colombiano el año pasado lo afectó el fenómeno de El Niño, durante meses la plaga de la tricolor fue la falta de juego asociativo.
La tricolor dominó de principio a fin en Quito: tuvo tres remates directos al arco rival, frente a uno de los ecuatorianos y su voluntad y contundencia ofensiva contrastó con la mostrada a lo largo del premundial.