Toda la jornada estuvo sesgada por la tensión del partido anterior, aunque durante el transcurso de las horas se fueron sumando los gestos que intentaron aquietar las aguas y asegurar que no se produjeran incidentes. La primera muestra fue la charla entre Eduardo Tassano, presidente de Regatas, y Julio Lamas, entrenador de San Lorenzo, que se cruzaron post práctica azulgrana en el club y continuaron la charla en el hotel Guaraní, donde se alojó la delegación de Boedo.
A esa iniciativa se le sumaron algunas determinaciones para reforzar la seguridad: escolta policial para el plantel porteño con dos móviles y un vallado en la zona más cercana a los vestuarios, para evitar cualquier acercamiento de hinchas a jugadores o cuerpo técnico, como había sucedido en el tercer juego.
